La disfunción eréctil es un problema que se presenta en el hombre, pero que sin duda también afecta a su pareja. Ésta es la razón por la que, idealmente, el tratamiento de este padecimiento debe involucrar a ambos.
Por: Juan Fernando González G.
La disfunción eréctil, antes llamada impotencia sexual, es un problema que afecta a más del 50 por ciento de los varones entre los 40 y los 70 años y, por ende, al mismo porcentaje de mujeres.
Es un hecho que el sexo femenino sufre en carne propia el desajuste sexual de su compañero, pero no solamente por el impedimento para llegar a un orgasmo por la vía del coito (penetración), sino también porque en muchos casos se le responsabiliza del problema injustamente.
Sí, es muy frecuente que las mujeres crean que no son capaces de estimular o excitar a sus compañeros, por lo que tienden a sentirse rechazadas, deprimidas, con temor a la infidelidad y una enorme insatisfacción.
Por su parte, los varones pasan de la negación al enojo, la culpa, la frustración y la vergüenza. Todo ello, a fin de cuentas, hace que los encuentros sexuales se vayan alargando o anulando por el miedo al fracaso en el próximo acercamiento sexual.
“Antes se creía que la disfunción eréctil era una condición eminentemente psicológica; hoy se sabe que también intervienen factores orgánicos o fisiológicos”.
Tras las causas
Algunos lustros atrás se creía que la falta de respuesta eréctil era una condición era eminentemente psicológica, pero hoy se sabe que también intervienen factores orgánicos o fisiológicos.
Causas más frecuentes:
• Diabetes.
• Hipertensión arterial.
• Enfermedades prostáticas.
• Lesiones en la médula espinal.
• Consumo de drogas.
• Tabaquismo excesivo.
• Bajos niveles de testosterona.
• Administración de algunos medicamentos.
• Nerviosismo, sobre todo si el varón sabe que es eyaculador precoz.
• Estrés.
• Depresión.
Soluciones
Como es habitual, el médico homeópata debe hacer el diagnóstico preciso del problema a través de una entrevista detallada que le permita develar la personalidad del paciente, sus relaciones afectivas, nivel de estrés, estado general de salud y otros factores que permitan distinguir las causas fisiológicas, psicológicas o ambas.
De esta forma se podrá establecer un tratamiento individualizado, mismo que se basará tanto en el uso de medicamentos homeopáticos, de acción profunda y que mejorarán el estado de salud global, como en la modificación o erradicación de aquellos hábitos de vida que pueden afectar el desempeño sexual, principalmente: alimentación, nivel de actividad física, manejo de estrés, consumo de estimulantes como tabaco y alcohol, y mala comunicación.
Por último, es importante saber que el tratamiento homeopático, idealmente, también debe integrar a la pareja, tanto para dar atención a las dificultades que hayan surgido por esta enfermedad como para hacerle partícipe de su solución.
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