La contaminación por partículas finas se relaciona con peso bajo al nacer

El mayor estudio realizado hasta el momento en Europa revela que la contaminación atmosférica por partículas finas, incluso con índices bajos, afecta el crecimiento fetal y puede hacer que el bebé nazca con peso bajo.

Por: Rafael Mejía.

Mediante el análisis de más de 74 mil embarazos, ocurridos en 12 países europeos durante 15 años, un grupo de investigación dirigido por la doctora Marie Pedersen, del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (Creal) de Barcelona, España, concluyó que la exposición a la contaminación ambiental por partículas finas es un factor de riesgo para tener un bebé con bajo peso al nacer.

De acuerdo con los autores de este trabajo, publicado por The Lancet Respiratory Medicine, el 22 por ciento de los nacimientos con bajo peso se podría prevenir si los niveles de contaminación se sujetaran a los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo cual sería similar “a la cantidad de nacimientos con bajo peso que podría evitarse con la erradicación del tabaquismo materno durante el embarazo”, aseguró la doctora Pedersen.

Es importante señalar que esta investigación, basada en 14 estudios con mujeres que tuvieron un embarazo a término entre 1994 y 2011, no se efectuó en regiones industriales ni en grandes urbes, sino en zonas habitacionales y ciudades pequeñas, en las que el tránsito vehicular es menos intenso que, por ejemplo, en una ciudad estadounidense promedio.

Los autores pudieron obtener la información detallada de los partos, incluida las direcciones familiares durante el embarazo, el peso al nacer de cada bebé, la edad gestacional y el sexo, gracias a la ayuda de los centros de salud materna de Escandinavia, Europa occidental, Inglaterra, Lituania y Grecia.

Asimismo, desarrollaron una red de monitoreo intensivo del aire con equipos que visitaron las áreas estudiadas, y midieron los niveles de contaminación en tres épocas distintas del año. El equipo también utilizó los datos de las estaciones de monitoreo del aire y los combinaron con información sobre la vialidad y el uso de la tierra.

Diminutas, pero peligrosas

De manera detallada, los investigadores encontraron que las principales responsables de esta situación son las llamadas partículas finas, también conocidas como PM2.5, las cuales se originan por la combustión vehicular y la contaminación derivada de la industria.

Al analizar la exposición de las embarazadas a estos elementos, los investigadores descubrieron que el riesgo de tener un bebé con bajo peso al nacer creció 18 por ciento por cada aumento en los contaminantes de 5 microgramos por metro cúbico de aire (mcg/m3 o μg/m3). Además, detectaron una reducción en el tamaño de la cabeza de los bebés expuestos a concentraciones de partículas de más de 15 mcg/m3.

Cabe recordar que los bebés que nacen con menos de 2.5 kilogramos de peso tienen mayor riesgo de padecer trastornos respiratorios en la niñez, así como otros problemas en el futuro.

Finalmente, debemos subrayar que en este estudio se encontró que la exposición promedio a las partículas finas durante el embarazo varió entre menos de 10 y casi 30 mcg/m3, lo cual rebasa la recomendación de la OMS, que señala que la exposición a las partículas finas durante el embarazo no debe superar los 25 mcg/m3 como límite para la concentración promedio en 24 horas, y 10 mcg/m3 para la concentración promedio anual.

En este sentido, ahonda Jordi Sunyer, uno de los autores de la investigación y también adscrito al Creal, “en todas las zonas donde se hizo el estudio se comprobó que no se superaban los límites de contaminación que marca la Unión Europea (y en general otras normas ambientales), es decir, que se cumplían los estándares de calidad del aire. Esto demuestra que, si por debajo del nivel marcado hay efectos, tenemos que ser más exigentes”.

¿Qué son las partículas finas?

La Secretaría del Medio Ambiente del Distrito Federal señala que las partículas suspendidas menores de 2.5 micrómetros (PM2.5) son contaminantes del aire constituidos por material sólido o líquido.

De acuerdo con el Programa para mejorar la calidad del aire de la Zona Metropolitana del Valle de México 2011-2020, la exposición a este tipo de partículas se asocia “con el aumento de síntomas de enfermedades respiratorias, la reducción de la función pulmonar, el agravamiento del asma y con muertes prematuras por afecciones respiratorias y cardiovasculares“, así como con mortalidad infantil y ausentismo escolar.

Las partículas finas son contaminantes que proceden de la industria, pero sobre todo del parque vehicular, en especial del diesel.

Por su parte, Jordi Sunyer, del Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental (Creal) de Barcelona, indica que los tres contaminantes más dañinos que se respiran en las ciudades son el ozono, el dióxido de nitrógeno y las partículas finas. No obstante, “las PM2.5 son más tóxicas que el ozono, y el ozono lo es más que el dióxido de nitrógeno”.

Por lo que toca a las regulaciones en nuestro país, la Modificación a la Norma Oficial Mexicana NOM-025-SSA1-1993, Salud ambiental, publicada en 2005, establece que los valores de concentración máxima de partículas menores a 2.5 micrómetros (PM2.5) deben ser de 65 microgramos por metro cúbico de aire (mcg/m3 o μg/m3) en un promedio de 24 horas, y de 15 mcg/m3 como promedio anual.

Desafortunadamente, indica la Guía metodológica para la estimación de emisiones de fuentes fijas, editada en 2013 por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, estos parámetros son más elevados que las recomendaciones de la OMS y que otras normatividades ambientales, como la estadounidense y la europea.

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