Es frecuente que cuando un homeópata prescribe un medicamento a un enfermo, éste pregunte: “Doctor, ¿para qué es lo que me receta?”. El médico responderá que es para para curarlo en su totalidad, y entonces el paciente responderá extrañado: “¿Cómo es eso?”.
Por: Gustavo Aguilar Velázquez.
Este es un punto difícil para los pacientes: ¿cómo es posible que un solo medicamento pueda aliviar nuestra totalidad? Para comprenderlo, primero debemos saber que el organismo no se enferma por partes, sino en su conjunto, y lo que ocurre muchas veces es que la patología se manifiesta sólo en ciertos órganos en un determinado momento. Vamos a analizar esto con un ejemplo.
Supongamos que una persona tiene un trabajo nuevo, el cual le exige una gran responsabilidad y mucha rapidez. Durante los primeros días soportará la presión sin tener alteraciones, pero luego de un tiempo comenzará a presentar sueño superficial, no reparador, y se levantará cansada; al cabo de unas semanas experimentará agotamiento severo por la mañana y dificultad para concentrarse.
Gustavo Aguilar Velázquez.
Luego de dos meses es muy probable que presente pérdida del apetito y, finalmente, aparecerá dolor en la boca del estómago (que en un principio será antes de comer; después se hará constante y con sensación de ardor). La situación se volverá insoportable y decidirá acudir al médico.
En caso de que el paciente acuda con un médico tradicional, éste lo revisará, lo explorará y tendrá sospechas de un cuadro de gastritis; a continuación solicitará una endoscopía y confirmará su diagnostico. Por último, prescribirá un medicamento y le dirá al enfermo que es para aliviar su problema estomacal.
Si analizamos detenidamente la situación veremos que el enfermo no sólo tiene una gastritis, sino que presenta una alteración funcional en todo su organismo a causa del estrés, misma que le ha llevado a no descansar, a no poder concentrarse y, finalmente, a tener un trastorno del tubo digestivo.
Cierto, el medicamento convencional que se le prescriba disminuirá los síntomas gastrointestinales durante el tiempo que sea administrado, pero no corregirá el desorden total, ya que el paciente no está enfermo del estómago, sino de todo su organismo. Por tal motivo, si no se corrige su proceso en general, y a la vez se sigue sometiendo al estrés, el desorden comenzará a expresarse en otros órganos.
En contraparte, un médico homeópata analizará al enfermo en sus áreas emocional, mental y física, y tratará de identificar la totalidad del desarreglo orgánico que se refleja en el estómago. Así, buscará mediante un medicamento homeopático empujar al organismo completo para que regrese en su totalidad al equilibrio, primeramente para que se adapte a su nueva situación laboral y secundariamente para que se corrijan todas alteraciones que las prisas y el estrés le han producido.
Si esto se logra con una prescripción adecuada y medidas de higiene mental, el paciente podrá recobrar su ritmo de sueño y su capacidad de concentración, además de que se corregirá su problema gastrointestinal.
En resumen, cuando un médico homeópata prescribe un medicamento no lo hace para curar un síntoma, sino para llevar al organismo a que él mismo se cure de la enfermedad y regrese a su equilibrio (por eso no hay medicamentos homeopáticos que vayan en contra de la naturaleza curativa del organismo). Así, en una atención homeopática formal y de fondo no se prescribe para los síntomas de las manifestaciones locales, sino para la totalidad de la enfermedad, es decir, para la totalidad existencial de un enfermo.
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